Una propuesta estética sencilla pero significante -a cargo del diseñador Marko Franasovic y el artista plástico Jorge Wittwer- promete una experiencia teatral orientada directamente al espectador/a.
Fiel a su inspiración, el montaje “El Escándalo de la Calle Huanchaca”, que se estrena el 24 de octubre a las 20.00 hrs. en el Teatro Municipal de Antofagasta, nos llevará por la insospechada realidad de la sociedad antofagastina de fines de los 60, hasta un triste hecho de discriminación e injusticia del que fueron objeto nueve jóvenes homosexuales.
En tiempos donde la reflexión en torno a las opciones sexuales no resistía mucha discusión, el cine fue el gran espejo donde se miraron muchos de los veinteañeros que participaron de aquel cumpleaños en junio del 69, inspirados, lisa y llanamente, en cada una de las glamorosas y sensuales divas de la pantalla grande, en sus ropas, accesorios y ambientes.
Con esta referencia entre manos, “El Escándalo…” se construye –estéticamente hablando- sobre la base de la investigación, la inspiración verídica y la reinterpretación de los elementos hallados, de manera de graficar una denuncia absolutamente contemporánea a través de formas y colores del pasado.
LO HUACHACA POP
“Hace 4 años Pedro Arturo Zlatar me pidió apoyo para la escenografía de un proyecto teatral que estaba preparando” cuenta el diseñador y pintor antofagastino Marko Franasovic, quien luego de leer el guión que era justamente de “El Escándalo…”, produjo una maqueta cuyo lenguaje se basó netamente en su propio estilo estético, el de su pintura, cruzado por su conocimiento y relación con las características de la ciudad, la cultura antofagastina y por su antofagastinidad.
Resultado de ello, explica Franasovic, se logró una visualidad que hablaba de lo pop de los 60’ aterrizado al retraso estético que recuerda haber visto en las casas de amigos y parientes y que se convirtió en lo que él llama lo “huachaca pop”, una suerte de eclecticismo obligado por la simpleza, austeridad y poca referencia externa en términos de estilos estéticos.
Con esta premisa, y trabajando actualmente con un “Escándalo” ganador de Fondart 2008, el pintor comenta que usó el mismo criterio anterior, pero reorientado principalmente a la experiencia integral del público, de manera que todo el que vea el montaje entienda qué se está contando y sea capaz de ver la historia más allá de la anécdota, a través de un lenguaje expresivo-narrativo basado en la interpretación artística del propio Franasovic, de la directora teatral Teresa Ramos y de Zlatar.
COLOR Y EXAGERACIÓN
El artista plástico Jorge Wittwer, al mando del vestuario y las pelucas, describe su ejercicio visual como un desenmarcar el cliché vanguardista y atrevido de los 60’ europeos del escenario nortino, antofagastino y del tradicional barrio donde ocurre el hecho, cercano a la Iglesia de San Francisco, logrando dos tiempos narrativos: uno luminoso y vivaz, y otro más lúgubre y dramático.
Así todo, reconoce: “no fui muy purista con respecto a lo que de verdad se usaba el 69. Me basé, por supuesto, en material de época, publicidad, moda, cine, imaginería pero resignificado en lo contemporáneo… juegos de color y exageración extractados de la intención del dramaturgo y refrendados en la dirección teatral”. El estilo de la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, agrega Wittwer, es lo que más se acerca a sus decisiones en cuanto al guardarropa de los “huanchaqueros”, mote con el que los periódicos de entonces bautizaron a los protagonistas reales.
Fiel a su inspiración, el montaje “El Escándalo de la Calle Huanchaca”, que se estrena el 24 de octubre a las 20.00 hrs. en el Teatro Municipal de Antofagasta, nos llevará por la insospechada realidad de la sociedad antofagastina de fines de los 60, hasta un triste hecho de discriminación e injusticia del que fueron objeto nueve jóvenes homosexuales.
En tiempos donde la reflexión en torno a las opciones sexuales no resistía mucha discusión, el cine fue el gran espejo donde se miraron muchos de los veinteañeros que participaron de aquel cumpleaños en junio del 69, inspirados, lisa y llanamente, en cada una de las glamorosas y sensuales divas de la pantalla grande, en sus ropas, accesorios y ambientes.
Con esta referencia entre manos, “El Escándalo…” se construye –estéticamente hablando- sobre la base de la investigación, la inspiración verídica y la reinterpretación de los elementos hallados, de manera de graficar una denuncia absolutamente contemporánea a través de formas y colores del pasado.
LO HUACHACA POP
“Hace 4 años Pedro Arturo Zlatar me pidió apoyo para la escenografía de un proyecto teatral que estaba preparando” cuenta el diseñador y pintor antofagastino Marko Franasovic, quien luego de leer el guión que era justamente de “El Escándalo…”, produjo una maqueta cuyo lenguaje se basó netamente en su propio estilo estético, el de su pintura, cruzado por su conocimiento y relación con las características de la ciudad, la cultura antofagastina y por su antofagastinidad.
Resultado de ello, explica Franasovic, se logró una visualidad que hablaba de lo pop de los 60’ aterrizado al retraso estético que recuerda haber visto en las casas de amigos y parientes y que se convirtió en lo que él llama lo “huachaca pop”, una suerte de eclecticismo obligado por la simpleza, austeridad y poca referencia externa en términos de estilos estéticos.
Con esta premisa, y trabajando actualmente con un “Escándalo” ganador de Fondart 2008, el pintor comenta que usó el mismo criterio anterior, pero reorientado principalmente a la experiencia integral del público, de manera que todo el que vea el montaje entienda qué se está contando y sea capaz de ver la historia más allá de la anécdota, a través de un lenguaje expresivo-narrativo basado en la interpretación artística del propio Franasovic, de la directora teatral Teresa Ramos y de Zlatar.
COLOR Y EXAGERACIÓN
El artista plástico Jorge Wittwer, al mando del vestuario y las pelucas, describe su ejercicio visual como un desenmarcar el cliché vanguardista y atrevido de los 60’ europeos del escenario nortino, antofagastino y del tradicional barrio donde ocurre el hecho, cercano a la Iglesia de San Francisco, logrando dos tiempos narrativos: uno luminoso y vivaz, y otro más lúgubre y dramático.
Así todo, reconoce: “no fui muy purista con respecto a lo que de verdad se usaba el 69. Me basé, por supuesto, en material de época, publicidad, moda, cine, imaginería pero resignificado en lo contemporáneo… juegos de color y exageración extractados de la intención del dramaturgo y refrendados en la dirección teatral”. El estilo de la diseñadora española Agatha Ruiz de la Prada, agrega Wittwer, es lo que más se acerca a sus decisiones en cuanto al guardarropa de los “huanchaqueros”, mote con el que los periódicos de entonces bautizaron a los protagonistas reales.
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